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Vicente Huidobro nació en 1893 en Santiago. Los García-Huidobro Fernández eran una rica familia aristocrática; en los salones de su casa se reunían importantes figuras culturales de la época. Sin duda ello contribuyó en la formación ilustrada del poeta. Fue educado por institutrices europeas en sus primeros años y más tarde por sacerdotes jesuitas en el Colegio San Ignacio; estudió literatura en la Universidad de Chile.
A los doce años escribió su primer poema, “Ese soy yo”, y a los dieciocho el libro Ecos del alma, de corte modernista. Ya mayor, Huidobro le recomendó a los lectores ignorar su obra temprana: no le parecía que tuviera valor. El año 1914 puede considerarse el punto de inflexión de su escritura: ahí comenzó su auténtico camino poético, al dictar en el Ateneo de Santiago la conferencia “Non serviam”, en la cual expone los principios estéticos que regirán su poesía. Ahí plantea que una obra literaria no tiene por qué servir a la naturaleza, sino que, al igual que ella, debe ser también creadora de un mundo propio, autónomo. Su conocido verso “El poeta es un pequeño dios” resume de buena manera la postura. “Creacionismo” le llamó a esta poética vanguardista, de la cual fue su enérgico promotor.
Su vida fue el resultado de un espíritu inquieto y poco convencional: vivió intermitentemente en Europa, escribió en cuanta revista literaria había e ideó curiosos proyectos, como la importación a Chile de ruiseñores desde Palma de Mallorca para probar si eran capaces de aclimatarse. Tampoco la política le fue ajena: fue proclamado candidato a la Presidencia de la República por las Juventudes Progresistas, apoyó con gran decisión la causa republicana en la Guerra Civil de España y escribió encendidamente contra militares italianos fascistas que visitaban nuestro país. Alguna vez concibió la idea de fundar una república conformada por Chile, Uruguay, Bolivia y Paraguay.
Escribió más de cuarenta libros, entre poesía y prosa. Sus obras más recordadas son Poemas árticos y Ecuatorial (ambos de 1918), Altazor (1931) y Últimos poemas, publicado póstumamente (1948). Fue amigo de los surrealistas y poemas suyos fueron danzados, en París, por Guillaume Apollinaire y Tristán Tzara.
Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como corresponsal en Francia, y entró junto a los aliados a Berlín cuando esta terminó. Regresó a Chile con algunos trofeos bélicos, entre ellos un teléfono que –según dijo– habría sido de Hitler. En la guerra recibió heridas que terminaron causándole la muerte, en 1948, en Cartagena. Está enterrado en un cerro frente al Pacífico. Su epitafio dice así:
Aquí yace el poeta Vicente Huidobro
Abrid la tumba
Al fondo de esta tumba se ve el mar
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