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El uso de los smartphones se masificó y hay aplicaciones para todos los gustos… y edades. Los niños son usuarios muy frecuentes de pantallas, pero con un precio muy elevado. Numerosos problemas de salud se detectan en los niños que se vuelven adictos al uso de estos equipos.
En este artículo te diremos todo lo que necesitas saber sobre cuándo y por qué regular el uso de pantallas en niños pequeños.
William, un pequeño de año y medio se hizo adicto a las pantallas. Desde los ¡ocho meses comenzó a jugar con teléfonos celulares! Viendo videos en YouTube por decisión de su madre. No solo se entretenía mirando fijamente la pantalla, sino que fue desarrollando la capacidad de adelantar los videos cuando presentaban comerciales.
Las pantallas son muy sensibles a los clics y los niños, nativos digitales, parecen haber nacido con la capacidad para controlarlas. Pero, a tal punto llegó la adicción del niño, que la madre debió consultar con el pediatra porque notó que los dedos pulgares estaban tomando una extraña forma flexionada que el niño no podía controlar.
Inmediatamente se activaron las alarmas y comenzó un largo proceso de terapias y sociabilización para un pequeño que apenas superaba los dos años de vida. Este caso es tan solo un ejemplo y si bien es cierto que las pantallas están de moda, y su uso se hace cada vez más imprescindible, los niños tendrán su momento de aprender.
La tabla de la Sociedad Americana de Pediatría
En 2016, la Sociedad Americana de Pediatría ya publicaba informes sobre esta tendencia en Estados Unidos. Hace una serie de recomendaciones que incluso incluyen a los adolescentes y es posible que se asombre al saber qué sugieren:
● De cero a dos años: cero pantallas. Ni un minuto. Un niño de esa edad no tiene por qué manipular un teléfono celular. Olvídese de esas teorías de que es “muy adelantado” o que “será astronauta de lo inteligente que es”. Una pantalla para un niño de cero a dos años es nociva.
● De dos a cinco años. Esta es la etapa donde tradicionalmente los niños se incorporan a las guarderías, y en estos espacios es posible que haya tabletas con software educativos y de entretenimiento. Por tanto, el niño tendrá que irse adaptando poco a poco al uso, pero solo de media hora a una hora al día, cuando mucho.
● De siete a 12 años. La pandemia exacerbó el uso de dispositivos electrónicos por las clases a distancia. Aun así, el tiempo máximo sugerido es de una hora al día, fuera de las clases formales, y siempre en presencia de un adulto. Nunca se debe usar el teléfono en las comidas, para instituir formalidad y respeto a la norma.
● De 12 a 15 años. La adolescencia implica un poco más de independencia, sin embargo, la asociación estima en máximo una hora y media el recomendado para el uso de las pantallas. Hay que prestar mucha atención a las redes sociales.
● Más de 16 años. Un máximo de dos horas, pero siempre fuera del dormitorio.
¿Se cumple esta sugerencia?
Sinceramente, muy poco. Son muy escasas las familias que cumplen estas normativas, porque imperan dos razones:
● Desconocimiento: No saben qué daños les puede ocasionar a los niños el uso excesivo de pantallas.
● Escape: Un niño con un teléfono entra en otro mundo y “no molesta”. Por tanto, muchos padres cuidadores ven en el teléfono la manera de escaparse de la responsabilidad del cuidado y la atención.
La norma que establecen los psicólogos es que el uso de las pantallas debe estar supeditado a una serie de condiciones y responsabilidades y no al contrario. El niño debe cumplir sus horas de sueño completas, su aseo personal, su alimentación y reposo, el tiempo de recreación y deporte y compartir experiencias con la familia. De último va la pantalla.
Pero, ¿qué sucede? Qué es justo, al contrario. El niño supedita todas sus otras obligaciones y es más el tiempo que pasa ante la pantalla. Si bien es cierto que los programas de televisión, los tutoriales para hacer manualidades y la mayoría de la entretención se encuentra en plataformas en internet, no puede convertirse el uso del teléfono celular en el centro de la vida familiar.
Los momentos en los que no se usan pantallas bajo ninguna circunstancia
Hay algunos momentos en los que quedará prohibido el uso de pantallas. Establecer estas normas mediante un acuerdo no solo permitirá alejar al niño de la adicción a estos aparatos, sino también de crear disciplina y estructura.
Algunas pueden ser:
● Un espacio en el que ningún miembro de la familia use pantallas. Un buen momento es el desayuno o la cena.
● Nunca una hora antes de dormir, ni mucho menos llevar la pantalla a la cama bajo la excusa de “un ratito más”.
● Nunca durante las comidas.
● No usar pantallas a la hora de hacer los deberes, salvo que se exija el envío de la tarea por medios electrónicos.
● Jamás en la calle, mientras se camina por la acera o en un parque.
● Tampoco en el auto, a menos que se trate de un viaje largo y siempre bajo el tiempo preestablecido.
El peligro del internet
El internet es el más grande invento de nuestros tiempos. La inmediatez de la comunicación eliminó cualquier clase de barrera y con un sistema único se eliminaron las fronteras y el tiempo. Pero, así como está cargada de virtudes, Internet también puede ofrecer contenidos que no son adecuados para ciertos públicos.
Los niños aprenden, por imitación o por consejo de otros amigos, a vulnerar las condiciones de privacidad y los controles parentales que le imponen los padres. Pueden abrir cuentas de correo electrónico paralelas y ocultas y con ellas acceder a la comunicación con desconocidos. Eso enmascara un gravísimo peligro para los niños y adolescentes y debe ser una previsión de los padres tan necesaria como llevarlos al médico o al odontólogo.
Las redes sociales no son para niños
Pasa en muchas familias que un niño aparece con una cuenta de Facebook agregando a sus familiares y la cuenta pasa de boca en boca. Muchos lo elogian, calificándolo de súper dotado, y son pocos los capaces de negarse, por ejemplo, a agregarlos como amigos en Instagram o Facebook. Nadie entiende por qué, argumentando que “tienen derecho a comunicarse con sus amiguitos”.
El problema es que las redes sociales están abiertas al mundo, y el mundo está lleno de depredadores sexuales y pedófilos. Los casos que se han presentado en todos los países del mundo son infinitos: niñas captadas por falsas agencias de modelaje, adolescentes que conocen al hombre de sus sueños, niños obligados a tomarse fotografías o videos bajo chantaje, y otro largo de situaciones.
Por eso, la sugerencia y prácticamente el ruego de los profesionales es que no permita que sus hijos tengan redes sociales. Que aprovechen la infancia o la adolescencia para quemar las etapas que tengan que vivir sin necesidad de tomar atajos. Y, sobre todo, proteger su integridad ante los peligros que enfrentan las redes sociales.
La pregunta que se hace la gente es: “¿Dónde estaban los padres de esa niña que cayó en esa red?” En la interrogante, los padres estaban allí, solo que no fueron lo suficientemente supervisores. La libertad del niño debe ser entendida en la responsabilidad de cumplir con sus deberes académicos, su salud, su alimentación, el desarrollo del arte y el deporte y su estructura.
Las ayudas para regular el uso de pantallas en niños pequeños sin reprimir
El mundo digitalizado exige que todo el mundo sepa controlar una de esas pequeñas pantallas que son la ventana en vivo y directo a lo que sucede en el planeta. Por tanto, será contraproducente una política de cero pantallas. Además, lo prohibido siempre es atractivo y el niño está en un entorno en el que buscará tener acceso a las pantallas por imitación, porque sus compañeros y amigos sí acceden.
Hay aplicaciones para todo, incluso para controlar el uso de las pantallas a los menores. Una gran cantidad de app permite controlar el tiempo en el que funcionará el teléfono, el acceso a las aplicaciones, o una contraseña que solo conocen los padres al momento de acceder a las apps.
Una de las más complejas es Qustodio, que incluso tiene geolocalización y permite el acceso a las conversaciones que se tienen en las redes sociales. Pero hay una gran cantidad de apps con las que podrá hacer control parental. Por otra parte, en su uso se necesita constancia y la responsabilidad de los padres.
No ceda, los niños no tienen privacidad
Este es un falso concepto, los niños no tienen privacidad de sus padres, salvo circunstancias extremas. Pero usted está en total capacidad y derecho de revisar el teléfono o Tablet que utilizan sus hijos para sus clases virtuales. No permita que los niños utilicen el modo de navegación oculta y no los subestime. Ellos saben cómo desviar las técnicas controladoras.
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